Inversión histórica en la UMSNH; son 229 mdp en infraestructura: Bedolla
MELCHOR OCAMPO
Gabriel Hernández Soria
Los días 3 de junio conmemoramos, es decir recordamos juntos, el término del ciclo en este mundo material de Melchor Ocampo. Su fin es fácil de explicar en términos modernos pues fue “levantado” en su rancho Pomoca, en el municipio de Maravatío, Michoacán el 30 de mayo de 1861; su familia, como tantas familias michoacanas de hoy, padeció la incertidumbre hasta que apareció colgando de un árbol el 3 de junio en Tepeji del Río, Hidalgo. El golpe que la reacción propinó a la Libertad fue certero. Dentro de la Generación Luminosa Ocampo era la mente más lúcida, Ocampo era la voz más escuchada, sus leyes las más transformadoras, su integridad la más visible. Sus asesinos, dos generalotes, uno de los cuales que ensuciaba el título de Presidente al usurparlo y un sicario extranjero, no merecen, siquiera que se repitan sus nombre, no lo haré.
Su cuerpo recibió las primeras honras por los vecinos del pueblo de Tepeji y fue trasladado a la ciudad de México, donde se le rindió homenaje por el gobierno y recibió las lágrimas del pueblo. Su polvo volvió al polvo el día 5 de junio. Posteriormente, en 1897 sus cenizas fueron colocadas en la Rotonda de los Hombres Ilustres donde, hasta hoy, se encuentran.
La indignación encendió a todos los buenos mexicanos. El Congreso emitió un decreto para exigir y facilitar el castigo de los culpables. Dicho decreto recibió la crítica de tener acepción de persona. La persecución del grupo delincuencial significó para los liberales otra muy sentida pérdida, la muerte del valiente general Santos Degollado. Nicolaita, él había sido el brazo ejecutor del Gobernador Ocampo para abrir el nuevo colegio, nuestro colegio. Murió a manos de los conservadores el 15 de junio.
Por aclamación popular el único teatro permanente de la ciudad de Morelia, llamado Coliseo, cambió su nombre por el del hoy recordado. El pueblo de Michoacán, a través de sus padres conscriptos, convirtió a Ocampo en su epónimo y en laico bautizo se convirtió en Michoacán de Ocampo.
Cada día tiene su afán, sin embargo, del pasado es posible encontrar fuerza y ejemplo para vivir y perdurar. Como en los tiempos de Ocampo, México es vecino de un país poderoso y supremacista. La enseñanza de Ocampo es clara respecto a dicho vecino: tratar y comerciar, pero con dignidad y firmeza.
Con firmeza, como gobernador de nuestro estado, ante la invasión americana, convocó a los ciudadanos a organizar un cuerpo armado, que puso a disposición del gobierno nacional, el Batallón Matamoros, el cual ofrendó su sangre, mucha y en primera línea ,en las batallas del valle de México en 1847.
Después de la derrota la voz de Ocampo coincide con la de su tocayo, el gran diplomático Juan Almonte, quien aconseja continuar la guerra en la guerrilla, la huida de Santa Anna crea un vacío de poder y toca a los gobernadores firmar el tratado Guadalupe Hidalgo impuesto al presidente De la Peña. La decisión de aceptar el despojo por los gobiernos estatales se toma sin la presencia de Ocampo y cuando se le presenta el documento para su firma, lo rechaza, lo cual queda, hasta nuestros días, como testimonio de que Michoacán no reconoce legalidad ni justicia en el tratado que segrega de México la California Alta, el Nuevo México y la Arizona. La literatura, la imaginación es herramienta de la historia y aquí sugiero conocer la versión plausible como exabrupto que imagina la película Huérfanos, de reciente cuño. “No firmo… ¡chinguen a su madre!” les dice el personaje a los gobernadores.
La Segunda Transformación, Guerra de Reforma ocurre mientras en estados Unidos ejerce el Poder Ejecutivo Patrick Buchanan, un sureño. Un juego de equilibrios se desarrollaba entre las élites boreales y australes de nuestro vecino. Los espacios robados a México en el 47 eran para 1859 estados donde la esclavitud era legal y que giraban en la órbita de los intereses económicos de Atlanta, Sin embargo eran minoría frente a los norteños. Para ampliar su área de influencia, Buchanan envía a México al diplomático Robert Mc Lane con instrucciones precisas de comprar, repito, comprar territorios hasta los actuales estados de Sonora y Tamaulipas. Suponían que iban a encontrar otro Santa Anna y a lograr otro negocio como la adquisición Gadsden, llamada aquí, venta de La Mesilla. Negocia Con Ocampo y obtiene sólo la ratificación de tratados anteriores respecto al libre tránsito hasta Guaymas y Matamoros y por el Istmo de Tehuantepec.
Conocedor de la realidad geopolítica, Ocampo sabía que podía ser firme pues aunque hubo amenazas, los políticos de Washington no iban a dejar llevar a su presidente a una nueva guerra para incrementar espacios vitales a los de Atlanta y, conforme a la política, obtiene un trato que, por principio de cuentas, es un acuerdo entre países soberanos algunos de cuyos párrafos son antecedentes del libre comercio compensado entre nuestro país y Estados Unidos. Hoy, nuevamente, sobre las bases de tratados anteriores, el presidente de Estados Unidos actúa de manera unilateral para favorecer su industria y comercio. Como entonces, la postura de firmeza y dignidad es el camino para el éxito.
Profundo creyente de la Igualdad, la vida y la labor Legislativa de Ocampo permite que lo único que haga diferente a un mexicano de otro sean el vicio y la virtud y no su color de piel o su ocupación. El tema del futuro de México es el de la interculturalidad. Es una discusión indispensable. Particular cuidado habrá de tenerse en seguir manteniendo la igualdad sin caer en excesos de formar nuevas repúblicas de indios y repúblicas de españoles. Sea Ocampo una de las luces para caminar en la construcción de un artículo segundo constitucional que sea ley presente y meta de futuro.
La enseñanza fundamental de la vida de Ocampo es que se puede, que se debe vivir conforme a lo que se piensa, que la Ley es un instrumento para cambiar y favorecer al pueblo. Que se puede enfrentar al mayor poder dentro del país y vencerlo, que se puede resistir al país más poderoso del mundo y mantener lo que nos importa.
Que se puede ser político son la frente en alto, con las manos limpias, con la esperanza fresca. Ocampo, y la generación luminosa, nos dicen que sí se puede. Hoy, que el gran problema de la nación es la corrupción pero que el problema más doloroso es la violencia y la expoliación, Hoy que las condiciones geopolíticas nos llevan a una competencia mundial, hoy que queremos un país más digno, Ocampo nos dice que se puede, construir y mantener un país de iguales, Ocampo dice que se puede, que la Ley y la Política son instrumentos superiores para el bien, que se puede avanzar, que lograremos avanzar, Ocampo nos dice: adelante.