Los desafíos de la práctica escolar en México

Centro Colimense de Investigaciones Educativas CE.C.I.E
Doctorado en Educación
Mtro. Víctor Yaotzin Torres López
Introducción
La idea indaga en un interrogante ¿qué se enseña y se aprende realmente en la escuela? Y lo hacemos a través de las experiencias que la escuela proporciona en un caso concreto. Ese “realmente” que siempre ha subrayado la Educación, y más concretamente la sociología del curriculum, ha significado que ha tratado de ir más allá del mensaje explicitado, y se ha adentrado en las formas y prácticas que cristaliza la transmisión de ese mensaje.
Los estudios han complementado y enriquecido los estudios “macro” permitiendo una comprensión de las formas internas en que maestros y alumnos negocian y construyen sus propias realidades en las aulas, Es decir, no se preocupan de establecer diferencias en ese proceso de construcción y de participación, o si lo hacen, no profundizan en las implicaciones que se derivan de estas diferencias, no ofrecen criterios para valorar diferentes formas de conocimiento. Y, sin embargo, las formas de experiencias que constituyen y construyen el curriculum escolar como proceso socializador no siempre son homogéneas, ni obedecen a un único código.
Las maneras cómo se construye y experiencia la vida en las escuelas generan formas típicas de actuación diferenciadas. Estas formas típicas de actuación configuran prácticas o experiencias escolares que comportan diferentes tipos de interacciones, diferentes tipos de requerimientos disposicionales, cognitivos y de participación. Implican, pues, diferentes maneras de concebir el conocimiento escolar, diferentes maneras de concebir el trabajo de maestros y alumnos, y albergan concepciones diferentes sobre los fines y valores educativos. En definitiva, esas formas típicas de actuación diferenciadas configuran diferentes concepciones sobre la escuela.
Para poder aprovechar los valores, pero evitar las visiones simplificadas de la vida en las aulas, se hace necesario atender a la dialéctica de la práctica, esto es, dar cuenta de la naturaleza diversa de la práctica diaria escolar, cómo conviven las diferentes “pedagogías cotidianas”, si es que realmente las hay, si hay preponderancia de una de ellas o no, a través de qué mecanismos se “impone” cada uno de los diferentes “lenguajes”.
La conciencia de que cada hecho escolar o experiencia de la vida de las clases y escuelas son problemáticos aportará la consciencia de que se está alumbrando uno entre numerosos actos educativos posibles, una entre varias formas posibles de vida social. Y de aquí se deriva la pertinencia de que nos interroguemos acerca de los procedimientos, prácticas y juicios que la escuela pretende que el niño tenga, en definitiva, acerca del tipo de identidades que ayuda a conformar, el modelo de ciudadano que ayuda a construir según los contextos de aprendizaje que proporciona la intervención educativa.
La Práctica Docente
La práctica docente se concibe, según (Fierro, 1999), como una praxis social, objetiva e intencionada, cargada de significados, de acciones y de saberes, ella se establece para desarrollar los procesos educativos en donde participan fundamentalmente los maestros y los alumnos en su papel de sujetos que intervienen e interactúan en dicho proceso. En la práctica se encuentran implicados otros agentes como las autoridades educativas, los padres de familia, y existe también la presencia de elementos curriculares, políticos, institucionales, administrativos y normativos. La práctica docente se realiza en tiempos y espacios institucionales específicos para llevar a cabo el proceso educativo.
Las funciones de la escuela son muchas y la mayoría positivas, entre las cuales podemos citar la transmisión del legado cultural, de contenidos y valores, y la socialización de los niños y adolescentes, que comparten un ámbito formal donde aprenden a respetar reglas y jerarquías.
La docencia implica la relación entre personas. Maestros y alumnos se relacionan con un saber colectivo culturalmente organizado que la escuela, como institución, propone para el desarrollo de las nuevas generaciones a través de una intervención sistemática y planificada. La función del maestro está estrechamente vinculada a todos los aspectos de la vida humana y que van conformando la marcha de la sociedad. El quehacer del maestro se desarrolla en un marco institucional. La escuela es, de hecho, el lugar privilegiado de la formación permanente del maestro una vez que ha concluido sus estudios.
El trabajo del maestro está intrínsecamente conectado con un conjunto de valores tanto personales como sociales e institucionales, ya que la educación como proceso intencional de formación de personas lleva implícitamente una orientación hacia el logro de determinados propósitos que apuntan a la formación de un determinado tipo de hombre y construir un determinado modelo de sociedad.
Sin embargo, la escuela expone a los niños a muchas frustraciones y experiencias negativas que pueden dejar una huella en ellos, para toda la vida. Una de ellas es el bullying, que, si no es detectado a tiempo y tratado con efectividad, puede resultar en el forjamiento de personalidades débiles, rencorosas e inseguras en la víctima; y autoritarias y faltas de empatía en el agresor.
Otro grave problema que plantea la convivencia escolar es la de la competencia, que si bien puede ser sana y estimular a los que aprender más lentamente a avanzar, también puede generarles frustración, si el docente no se encarga de valorar adecuadamente los avances, y solo apunta a sus falencias, que tal vez las tenga con respecto a ese conocimiento específico, ya sea que se trate de matemáticas, lengua, ciencias, deportes o arte; pero, que, seguro, se destaca en otros. En estos casos, es sumamente importante, que el docente estimule a cada niño a conocerse, a descubrir sus aptitudes, que se convertirán en sus mejores armas para su progreso, y seguramente para desempeñar su profesión futura; y a mejorar lo más posible en los aspectos donde se noten mayores dificultades, transmitiendo la idea de que la sociedad necesita diversidad; y que por suerte, no todos tenemos las mismas potencialidades, lo que resulta, satisfactoriamente, complementario, y ningún tipo de inteligencia es superior a otra, sino que son sencillamente, distintas.
La escuela, como espacio educativo formal e institucional, es una realidad social intrincada, compuesta por una multiplicidad de actores, procesos formativos complejos, planes y programas prescriptivos, grados, ciclos y reglamentos, entre otros; los cuales, a su vez, generan diversas explicaciones, significados, interpretaciones y concepciones acerca de la realidad escolar (Prieto Parra, citado en Marcelo y Vaillant, 2009, p. 26). En ella cobra significado la práctica docente, los profesores que la realizan, los alumnos y el currículum.
Los profesores cumplen una función educativa y social muy importante mediante su acción pedagógica, cuyo rasgo fundamental lo constituye el conjunto de actividades que favorecen el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje que se da entre ellos y los alumnos. Es decir, el destinatario de la enseñanza es el alumno, el cual deberá aprender conocimientos, habilidades, actitudes y valores mediante diversas situaciones, estrategias y métodos didácticos que los profesores le plantean, para lograr los objetivos educacionales encomendados.
No queremos dejar de soslayar el otro tema que se advierte en la escuela que es el de homogeneizar, queriendo que todos aprendan al mismo tiempo, y tratar a niños pequeños como adultos. Cada niño tiene su propia estructura mental y de personalidad, y a algunos, muy inquietos (lo que es normal en los cachorros de cualquier especie) les cuesta mantenerse sentados, callados y atentos; lo que es duramente reprimido, por razones de necesidad, ya que es preciso reconocer, que si hay desorden no es posible enseñar, al menos, del modo tradicional. Hacer las clases más animadas y dinámicas en el nivel primario, especialmente, sería de gran ayuda, para que los niños se sintieran más libres y disfrutaran más de su condición de tales, con menos obligaciones, las que debieran ir adoptándose, de modo paulatino, y conforme a su madurez.
La práctica docente es un proceso complejo en donde interactúan de forma dinámica diferentes aspectos, entre los cuales se encuentran los sociales, los curriculares, burocráticos, tradiciones y costumbres escolares y regionales, toma de decisiones políticas y administrativas; así como la selección y uso de materiales didácticos y otros recursos de apoyo a la enseñanza, interpretaciones particulares que realizan los maestros y los alumnos de los materiales sobre los cuales se organiza y se realiza la enseñanza y el aprendizaje (Rockwell, 1995).
El espacio educativo es un lugar de conflicto en el que se juegan luchas de poder y donde las pulsiones personales o formativas no se hacen esperar cuando las relaciones entre los sujetos se dan. La posición de cada uno de ellos le hacen actuar desempeñando diferentes roles según momentos y espacios, también haciendo diferencias entre unos y otros por el vínculo afectivo o laboral en el que se encuentren y, son ahí donde las palabras con los discursos de cada uno de los sujetos cobran sentido. “Los trabajos de Agnes Heller sobre la vida cotidiana, con su esfuerzo por rescatar las tramas de sentidos cotidianos, donde los sentimientos y las emociones tienen un enorme peso” (Cullen, 2007, pág. 15), los significados que cada uno de los docentes posea respecto a la práctica docente no se hacen esperar ya que determina el tipo de acciones que realiza en el actuar regulado por lo que cada profesor cree, sabe y supone.
Conocer y comprender desde las creencias y actuaciones de cada una de las personas que conforman una institución educativa, es atender a la dimensión institucional para entretejer verdades y develar los sentidos y significados que les mueven para actuar con ella o en ella; ya que, el actuar de cada una de las personas en una institución es siempre intencional, sea esta laboral o personal.
Las conductas en el actuar de éstas, en ocasiones, se repiten entre los grupos que integran a la institución; otras tantas el actuar entre grupos difiere de tal manera que dificultan los procesos o dinámicas que se establecen desde las figuras de poder o incluso desde la política educativa, de ahí la necesidad de referirlos cuando se habla de la práctica educativa, ya que son las relaciones las que posibilitarán o no los programas educativos, los proyectos institucionales e incluso el éxito o fracaso de una reforma educativa.
La realidad docente de una institución educativa depende de la percepción que haga cada uno de los involucrados en ella, de los saberes e intereses que les trastoque y la participación que tengan, buena o mala, dependerá del lugar y situación que viva en ella., la realidad para algunos será perversa, mientras que para otros será considerada justa. En ocasiones esas diferencias entre grupos generan en las instituciones conflictos que provocan crisis y con ello perturbación, inestabilidad, conmoción, dejando al descubierto situaciones producto a veces de luchas desleales que sin duda y de cualquier forma obligan a hacerse cambios. La crisis que se vive es una condición para el cambio.
Los paradigmas en la docencia
La educación a distancia durante la crisis de la pandemia ha expuesto nuevas demandas para la entrega educativa efectiva y de calidad, y está transformando la realidad de los docentes quienes tienen un papel fundamental en la continuidad del aprendizaje de los estudiantes. Por esto, es imperativo conocer cómo ha cambiado el rol del docente frente a la pandemia y cómo se han adaptado a los retos de la educación remota. Para entender los cambios y adaptaciones que la pandemia ha causado en la práctica docente, así como las oportunidades, las dificultades y los tipos de apoyo que han resultado efectivos para continuar con el servicio educativo en los tiempos actuales.
El COVID 19 ha dejado en evidencia de la desigualdad en nuestro país, siendo el campo educativo uno de los más afectados por este virus. Mientras la mayoría de los estudiantes de los colegios privados tienen acceso a las herramientas tecnológicas y un buen servicio de internet, un gran porcentaje de los estudiantes de los colegios públicos carece de estos recursos, ya sea por problemas económicos o porque viven en lugares remotos, donde no hay conectividad.
La sociedad actual afronta transformaciones que generan gran impacto en los individuos y demandan de ellos rápidas adaptaciones. La llegada de la pandemia causada por un virus de la familia del Coronavirus, al cual han denominado COVID 19 ha cambiado el ritmo de vida, las costumbres, la forma de relacionarse, la manera de trabajar y aprender.
Es producto de esta dinámica, que los seres humanos deben tener herramientas que les permitan enfrentar los retos que se le presentan de forma apropiada, en función de poder aportar al mejoramiento de los contextos, y es por esta razón que el sistema educativo y especialmente los docentes, están llamados a reinventarse, a replantear sus prácticas para garantizar un aprendizaje significativo ante la crisis sanitaria actual.
Según (Moreno, 2020, Pág. 14,): Los tiempos de zozobra que vive una sociedad durante una Pandemia, pueden ser positivos para la educación pues deben llevar a los maestros a la reflexión, a la necesidad de formación en competencias pedagógicas y en el dominio del conocimiento pedagógico y tecnológico del contenido.
Teniendo en cuenta lo anterior se es pertinente hablar sobre la mejor manera de llevar la práctica pedagógica en este tiempo de COVID 19 con las herramientas que hoy en día está brindando el medio, para que se puede articular a los ritmos de aprendizaje y entregar a la sociedad un estudiante integral, a pesar de la circunstancia de pandemia.
El impacto de las herramientas TIC en la práctica docente en tiempos de COVID 19, ha sido de gran importancia para la continuidad del aprendizaje, pero también se debe tener en cuenta que no todos los ritmos de aprendizajes son los mismos, por ende, estas herramientas también permiten graduar los contenidos y la manera de llevar a cabo el acto pedagógico, para favorecer a todos los estudiantes en general a nivel mundial.
Desde un principio, los profesores han invertido largas jornadas laborales para que sus estudiantes sigan aprendiendo. Este trabajo titánico en cuestión de días, y para muchos de horas, logró la creación de programas remotos o virtuales que han llevado educación a miles de estudiantes.
Así mismo, (Silva, 2015, Pág. 3,) hace énfasis en la importancia de la innovación educativa en el modelo constructivista para el desarrollo de las competencias básicas del estudiante al afirmar que: “los avances tecnológicos y la globalización exigen que el educando cuente con un aprendizaje constructivista y con los cuatro pilares de la educación; aprender a ser, a convivir, a hacer y a conocer”.
Hoy en día el entorno es el recurso más utilizado para la construcción del conocimiento, por tal motivo el docente, dentro de su práctica pedagógica, debe enfatizar en este recurso, a fin de que el estudiante se convierta en un agente activo, y pueda esto favorecer, a la construcción del conocimiento.
El aprendizaje es una construcción idiosincrásica: es decir, está condicionado por el conjunto de características físicas, sociales, culturales, incluso económicas y políticas del sujeto que aprende.
Condicionamientos que también son válidos para quien enseña y su forma de hacerlo. Si la persona que enseña parte de la idea de que es poseedor del conocimiento que va a transmitir a los estudiantes, probablemente usará metodologías tradicionales que implican un proceso pasivo de aprendizaje, con los estudiantes en la postura de receptores del conocimiento.
En cambio, si la persona que enseña parte del principio de que el conocimiento se construye, va a promover la participación de los estudiantes, va a entrar en diálogo con ellos, para lograr un ambiente de colaboración, en el cual es posible, llegar a la construcción del conocimiento, tomando como base el acervo científico y tecnológico acumulado por el ser humano a lo largo de su historia.
La renovación pedagógica
La renovación pedagógica, consecuencia de cuantos cambios sociales y culturales surgen en Europa tras la ilustración francesa, no tarda en llegar. La concepción del mundo y del hombre es distinta.
Se ha producido un alejamiento de cuantos principios y valores estuvieron presentes hasta este momento para producirse un acercamiento al hombre tal y como es y a su vida cotidiana.
Este nuevo contexto trae de la mano una perspectiva diferente de lo que es el niño, su educación y la manera de acercarse a ellos.
Entran en escena planteamientos teóricos innovadores tales como la observación y la experimentación que conducen a una visión de la realidad desde el análisis de los hechos que la determinan.
La práctica docente cambia con el tiempo, porque además de ser generacional, va a depender de los procesos sociohistóricos, de los avances científicos, tecnológicos y culturales, pero también va a depender de los maestros que la realizan, de los directivos, de las transformaciones que proponen las políticas educativas públicas para mejorar la calidad educativa, así como de la formación inicial y continua de los docentes, ya que a través de ésta es como se pueden facilitar o dilatar los cambios que los profesores le pudiesen realizar a la enseñanza, pues es muy importante para que ellos puedan enfrentar su trabajo docente con más probabilidad de éxito o con más eficacia y eficiencia.
Con base en esto afirmamos que, con el tiempo, la práctica docente es un proceso de construcción histórico y social, y que, por lo mismo, se introducen situaciones que propician su transformación, aunque también contiene rasgos que se preservan. En la práctica docente, según Mercado y Rockwell (citados por Salgueiro, 1998), el trabajo es realizado por sujetos particulares, en condiciones materiales e históricas específicas del contexto escolar.
Sobre los procesos de formación y la práctica docente, es importante encontrar una vinculación. Por ejemplo, es necesario, entre otras cosas, la integración de dispositivos materiales y conceptuales que guarden relación con cuestiones significativas de la práctica de los maestros, con su trabajo docente.
En este sentido, (Mercado, 1988, Pág. 17,) nos advierte: “Las posibilidades de reflexión que ofrece el espacio de formación son distintas a las que se dan en el ámbito de la práctica docente diaria; por lo tanto, si bien en el momento de la formación puede priorizarse el conflicto, la duda, la crítica, no sucede así en el momento de la práctica; de ahí la dificultad para transferir linealmente lo que sucede de un espacio a otro”.
Esta cita nos lleva a plantear entonces que, las propuestas de formación docente enfocadas en los procesos de enseñanza que han de realizar los profesores, para que puedan tener un mayor grado de incidencia en la práctica, deben de considerar las condiciones reales del trabajo docente, ya que, finalmente, es el maestro el que sabe de la viabilidad y efectividad de ellas, así como de los resultados de la integración de contenidos a sus actividades del aula, como lo es, por ejemplo, la evaluación del aprendizaje de los alumnos, pues es a partir de la puesta en práctica de los insumos pedagógicos propuestos, como se pueden descubrir sus efectos.
La dinámica de la enseñanza
El entorno escolar es sin duda una fuente generadora y reproductora de conocimientos, experiencias, valores, socialización, actitudes, comunicación, entre otras, pues en aquél se dan los procesos educacionales y formativos de los sujetos que ahí se integran: los maestros, los alumnos, los directivos, entre otros.
Para el desarrollo de la práctica docente, es importante indicar que el profesor también toma decisiones sobre qué, cómo y para qué enseñar dentro de los márgenes socioculturales, curriculares e institucionales en que se encuentra inmerso. Es por lo cual que se realizan actividades curriculares como lo es la planeación didáctica, que significa, específicamente, diseñar y fijar el curso de acción que ha de seguirse, indicando los principios que habrán de orientarlo como son los objetivos, la secuencia de operaciones para realizarlo. Es decir, es fundamental plantear puntualmente las acciones para el desarrollo de los contenidos temáticos con los alumnos en los procesos de enseñanza-aprendizaje, ya que en la planeación también se incluyen la temporalidad, los recursos, materiales y estrategias didácticas. Así mismo se integra la evaluación del aprendizaje de los alumnos, para la cual se debe plantear el qué, cómo, cuándo y para qué evaluar, se puede recurrir a exámenes, exposiciones, participaciones, entre otras; ésta, al ser parte de los procesos de enseñanza, permitirá al profesor conocer el aprendizaje alcanzado de los alumnos, así como el nivel de logro de los objetivos propuestos previamente. La evaluación se puede desarrollar en tres momentos: inicial o diagnóstica, permanente e intermedia y final.
Una estrategia es un modo de actuar planeado e intencional que combina una serie de pasos hacia el fin deseado, en este caso que el alumno aprenda. Un buen estratega sabe combinar técnicas, adaptarlas a su contexto, reinventarlas, y cambiarlas cuando no dan el resultado esperado.
Las estrategias de enseñanza apuntan a los medos de que se vale el docente para que el alumno incorpore los contenidos (conceptuales, procedimentales y actitudinales) a su estructura cognitiva de modo significativo, a través de actividades planificadas y secuenciadas. Las estrategias de aprendizaje vuelcan la mirada hacia el alumno, y dan cuenta de una serie de medios de que puede valerse para aprender por sí solo, más y mejor, siempre hablando de estrategias de aprendizaje significativo.
Dentro de las estrategias de enseñanza, se encuentran la estrategia expositiva, donde el rol activo lo tiene el docente que explica. No puede soslayarse la importancia de la explicación, pero sobre todo en los primeros años de la enseñanza, ésta debe ser breve, debiendo ejemplificarse, ilustrase y demostrarse. Es una actividad válida para estimular la escucha activa, pero no debe abusarse de ella, pues tiende a reducir la participación del alumno.
Una variante es el diálogo, donde la conversación con los alumnos hace sacar afuera los conocimientos que poseen, para descubrir que guiados por el docente pueden descubrir los conocimientos que se les pretenden enseñar, a la manera del diálogo socrático. Es muy útil para descubrir las ideas previas de los alumnos, y anclar en ellas las nuevas, y para reforzar conocimientos adquiridos.
El salón de clases es el principal escenario donde se realiza la práctica docente, de tal modo que es allí donde se vinculan los alumnos, el maestro y los contenidos escolares. Es el lugar donde se llevan a cabo las interacciones, la comunicación, la expresión de actitudes, la organización y formas de trabajo, los turnos para participar, el vínculo y uso de los materiales y recursos didácticos como son los libros de texto, los cuadernos, las láminas y otros materiales gráficos: “En torno a determinadas tareas o actividades la estructura [de relación] típica es asimétrica; el docente inicia, dirige, controla, comenta, da turnos; a la vez, exige y aprueba o desaprueba la respuesta verbal o no verbal de los alumnos” (Rockwell, 1995, p. 23). Estas formas de relación en la enseñanza son asumidas por el profesor con la idea que de este modo fluye el aprendizaje en los alumnos, cuya adopción de postura por éstos puede ser de silencio o una actitud más o menos activa, pues tienen que estar atentos a la acción del profesor para organizarlos y dirigir sus actividades.
Las formas de organización y de relación entre el maestro y los alumnos dependen del tipo de actividades que en el aula se implementen, para ello deben existir ciertas condiciones favorables. No obstante, pueden ser catalogadas como un rasgo del modelo de enseñanza tradicional, el cual según (Freire, 2005), es una pedagogía bancaria, donde el maestro es el agente educativo por excelencia encargado de poseer y de transmitir el conocimiento, el que habla y marca las normas y que dan la pauta a lo que se debe enseñar, mientras que los alumnos memorizan, repiten y satisfacen lo que el profesor requiere, también actúan de acuerdo con lo que el modelo estructural e ideológico les propone.
Aunque también la práctica puede variar en sus matices dependiendo del docente que la lleva a cabo, donde éste, sin desligarse de los objetivos, propicie en los alumnos procesos más críticos y reflexivos mediante el planteamiento de situaciones o actividades, de tal modo que los alumnos realicen investigaciones, cuestionamientos, trabajo individual o en equipo para construir nuevos significados y para que sean conscientes y miren la realidad desde otros ángulos.
Las estrategias de aprendizaje no son independientes de las de enseñanza, pues son enseñadas por el docente, pero luego pueden ser utilizadas por parte del alumno, en forma autónoma, aprendiendo a aprender. Son las técnicas del subrayado, de resumen, de síntesis, de mapas conceptuales, entre otras.
Estas acciones en los procesos de enseñanza-aprendizaje son parte medular de los ciclos de la vida diaria del quehacer docente y son constitutivos e importantes de la práctica pedagógica porque permiten a los profesores llevar a cabo la formación de los alumnos y realizar reflexiones sobre sí mismos y de su práctica, así como de su respectiva evaluación, de tal modo que con ello tengan posibilidades de que ésta sea transformada.
Finalmente, señalamos que la práctica docente que realiza el profesor y el trabajo educativo de las instituciones escolares en general, trascienden. La enseñanza en las escuelas se filtra a través de la familia en primera instancia.
También se traspasa a distintos ámbitos de la sociedad civil y política, pues los sujetos que a ellas asisten o han asistido, se desenvuelven en diferentes contextos, en los cuales ponen en práctica lo que han aprendido en la escuela de acuerdo con sus necesidades e intereses. De este modo, la escuela y el trabajo de los maestros que cotidianamente realizan afecta las mentalidades, formas de vida cotidiana, actitudes de las personas y el desarrollo sociocultural.
El docente ante la sociedad
Según, (Prieto, 2008) las instituciones escolares se constituyen en uno de los grandes focos de aprendizaje que mayor influencia va a tener en la formación de la ciudadanía. Indiscutiblemente el término «escuela» engloba, dentro de su magnitud, a una serie de agentes que la componen. Ante esta situación de formación y de sociabilidad se instituyen como abanderados todos los profesores y profesoras que conforman esta institución. Debemos ser conscientes de la realidad implícita de que, los docentes o maestros, no son sólo unos meros transmisores de conocimientos, sino que su influencia en la formación de los niños va mucho más allá.
Todo esto nos lleva a plantearnos la importancia que posee el papel del docente en un entorno escolar, así como la responsabilidad máxima que tiene a la hora de establecer las diferentes relaciones que se producen en el trabajo alumno-profesor dentro del aula. El docente va a sumar dentro de su práctica educativa diferentes creencias, convicciones y escalas de valores que, sin lugar a duda, va a transmitir en su manera de enseñar y en cada una de sus cátedras.
Entendemos que los docentes deben desarrollar una serie de funciones propias de su labor, llegando así a plantear los diferentes caminos a seguir para la consecución de las metas básicas, que cada docente debe cumplir al frente de un grupo.
Pero estas funciones se extralimitan, en numerosas ocasiones, de la misión básica de escolarizar al menor. La sociedad en general y los padres en particular llenan al docente de diferentes objetivos a alcanzar que, en determinados momentos, no son otra cosa sino competencias transferidas, es decir, funciones educativas y socializadoras, las cuales, deberían haber sido cumplidas por la propia sociedad y la familia, pero que, por diferentes razones de tiempo, apatía e incluso desinterés las dejan en manos de la escuela sobrecargando a ésta de funciones e impidiendo el buen y correcto funcionamiento de la misma.
Con frecuencia se piensa que el haber egresado de una institución formadora de docentes, automáticamente se tiene ya la habilidad y competencia de desarrollar la enseñanza directamente en un aula.
Sin embargo, en la actualidad se puede observar muchas deficiencias por parte del docente, como por ejemplo las técnico-pedagógicas, el rescatar los valores en cada formador, pero sobre todo se carece de los compromisos y responsabilidades que implica el ejercicio de la enseñanza, misma que se ejerce sin una metodología adecuada en su desarrollo y menos aún sin una evolución que dé cuenta de los procesos vividos en el aula, así como de los avances y logros alcanzados por los alumnos.
Por ello, es necesario darles un nuevo significado a los procesos de la enseñanza y del aprendizaje, esto permitirá a los docentes orientar a sus alumnos hacia propósitos y fines educativos vigentes cumpliendo con las necesidades pedagógicas de cada uno.
(Rivera, 2013), nos dice al respecto que la sociedad exige profesionales de la educación que sean capaces de enfrentarse a los requerimientos actuales, que se involucren con los alumnos para ver más de cerca lo que acontece en su entorno y su rutina diaria. Ignorar el contexto familiar y escolar de cada estudiante, “es dejar a un lado elementos esenciales que nos pueden ayudar a ser mejores maestros”.
Debemos de tomar en cuenta que la calidad del maestro va mucho más allá de su labor como instructor y tiene que ver no sólo con su rol en la sociedad, sino con su compromiso con sus alumnos, en una interacción cercana y cordial, creando un ambiente saludable y agradable tanto para el alumno como para el mismo maestro.
Es ahí donde se juega toda la relación pedagógica y social, es necesario personalizar la relación pedagógica para hacer de ella una comunicación humana.
Hoy en día el papel que desempeñan los docentes no es tanto enseñar conocimientos que tendrán una vigencia limitada y estarán siempre accesibles, como ayudar a los estudiantes a aprender a aprender de manera autónoma e independiente en esta cultura del cambio y promover su desarrollo cognitivo y personal mediante el ir aprovechando la inmensa información disponible y las potentes herramientas que nos ofrecen las Tecnologías de la Información.
Ahora los docentes no se preocupan por actualizarse o por lo menos tomarse el tiempo de autoevaluar el trabajo que desempeñan con sus alumnos, todo esto perjudica gravemente a la población docente, ya que cada vez hay más competencia, se puede decir que la docencia es una de las carreras más solicitadas en México, esto no es algo que beneficie a los docentes y egresados, ya que no se cuenta con instituciones y plazas suficientes para cubrir tanta demanda.
Ser maestro en México “es una profesión muy mal pagada” aunque los maestros han cobrado más conciencia sobre su papel, los sueldos bajos persisten, dijo que pugna por una educación de calidad en el país.
Aunque los maestros han cobrado más conciencia sobre su papel, los sueldos bajos persisten, dijo el directivo de la organización, que pugna por una educación de calidad en el país.
El estudio de Mexicanos Primero destaca que el programa de Carrera Magisterial no destaca los criterios utilizados para incorporar a los docentes, ni para subirlos de nivel. Ahora “es necesario que los docentes comiencen a ganar bien para atraer a jóvenes que aporten buen rendimiento en el aula”, dice el director de Mexicanos Primero.
Reflexiones finales
El docente de México se enfrentará constantemente a diferentes retos durante su vida laboral. La devaluación del trabajo docente es uno de los retos con mayor impacto en México, a veces por la sociedad, simplemente no les reconocen los méritos que merecen, o en algunos de los casos, los mismos docentes son causantes de que ocurra esta devaluación.
Los docentes están formados y capacitados para ser los encargados de transmitir conocimiento, desarrollar las habilidades y capacidades de la sociedad en general, y lamentablemente en algunos casos no se les otorga el valor social e incluso monetario que realmente se merece.
La docencia es en el país una de las carreras más competitivas ya que para obtener el salario más alto es necesario el obtener una plaza, y en la actualidad es un proceso muy difícil, además la gran cantidad de maestros y egresados que existen actualmente.
Finalmente, es necesario mencionar que buen docente siempre tiene que estar en actualización, buscar lo mejor para sus alumnos, y buscar siempre oportunidades de mejora en su trabajo. El docente que este en este trabajo por vocación, siempre superara los retos que se le presenten.
La práctica docente está inmersa en un continuo cambio por el entramado de situaciones de la vida cotidiana que se presentan por medio de las relaciones y donde el diálogo es una posibilidad para enfrentar las crisis. Es con el diálogo donde las personas aclaramos situaciones, malentendidos, desencuentros; también dialogando construimos, acordamos, entramos en razón, “por medio del diálogo, los maestros irán recuperando los dos grandes elementos que sirven de punto de partida para el trabajo.
Los docentes en su práctica dan cuenta de éxitos y desventuras. El cambio somete al docente en conflicto cognitivo y emocional fracturando su proceso intencional de formación. El espacio educativo es un lugar de conflicto en el que se juegan luchas de poder y donde las pulsiones personales o formativas no se hacen esperar cuando las relaciones entre los sujetos se dan ya que el actuar está regulado por lo que cada profesor cree, sabe y supone.
El cambio es una condición necesaria y obligada para transformarnos, rompiendo con la tradición y la costumbre sí de mejorar la práctica docente se trata. El diálogo entre las prácticas docentes es un potencializador para rescatar las experiencias y los saberes pedagógicos, que les convierte en expertos. Para lograr que los formadores de docentes quieran y generen cambios verdaderos, es conveniente que sean reconocidos valorando sus saberes docentes y evitando ser blanco para los medios de comunicación que se encargan de satanizar la labor.
El tipo de relaciones que se dan en las prácticas docentes posibilitan o no programas educativos, proyectos institucionales e incluso el éxito o fracaso de una reforma educativa.
Ser docente vigente reta o provoca desafiar la propia formación, porque para ello se requiere voluntad, actitud, decisión y esfuerzo para movilizarnos, comprometernos y cambiar mejorando la práctica docente. La historia de la educación en México con sus políticas educativas ha legitimado y desprestigiado la práctica de los docentes cuando así a convenido a sus intereses.
Referencias bibliográficas
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