Opaca soledad

 Opaca soledad

Miguel Ángel Martínez Ruiz

 

Tarde gris,

hecha de arena,

en que los sentimientos se rompen

por la monotonía del cielo

insensible a los rayos del sol.

Las nubes lloran

e inundan las calles

con ese chipi chipi incesante, tenaz.

No hay luces ni sombras.

Todo es opacidad, silencio…

ni los perros ladran,

se cae en una pesada indiferencia.

El día se cansa y la noche cae

como si fuera una lona tediosa, incolora,

sin estrellas ni luna;

los ojos se empañan,

el cerebro sólo percibe el frío

que recorre todo el cuerpo

y el alma se hunde en una melancolía

muy poco frecuente.

El reloj se ha vuelto perezoso

y las horas van cayendo una a una

como hojas de un árbol

que va muriendo lentamente.

Así pasa la vida,

en medio de la quietud mecánica

de los engranes del tiempo en movimiento

cuyos brazos aprisionan la fe el amor y la pasión

y los convierte en cenizas petrificadas

en una caverna milenaria,

donde las estalactitas son seres humanos

de otras épocas y el camino conduce

a un destino sin luz, ni esperanza.

 

 

 

Isauro Gutierrez