Demócrito (460 a.C – 370 a.C.)

 Demócrito (460 a.C – 370 a.C.)

A 3821

Pablo Manuel Ramos Vallejo

“Los Filósofos no han hecho más que interpretar el mundo,

lo que hace falta es transformarlo”

Karl Marx

Demócrito, nacido en Adbera, antigua ciudad de la Tracia, situada cerca de la desembocadura del río Nestos, diagonalmente opuesta a la isla egea de Thásos. Vivió entre los años 460 al 370 a.C., siendo así, contemporáneo de Sócrates. De carácter extravagante, ya que según relatos, solía reír muy a menudo. Se dice que viajó por Egipto, Caldea y Persia y que incluso llegó a la India en busca de conocimientos.

Una leyenda sobre su persona, dice que se arrancó los ojos en un jardín, para que no le estorbara la contemplación del mundo externo en sus meditaciones.

Respecto a su pensamiento, parece que fue un hombre dedicado enteramente al estudio y que tuvo una producción literaria abundante. Diógenes de Laertes, listó una serie de escritos de éste personaje, que superan las 70 obras sobre ética, física, matemática, técnica e incluso música; por lo que podemos considerarlo como un autor enciclopédico.

Demócrito, pertenece a la línea doctrinal de pensadores que nació con Tales de Mileto, donde esta escuela, así como la pitagórica y la eleática, le atribuyen gran importancia a lo matemático. Se sabe que escribió varios tratados de Geometría y de Astronomía, mismos que desgraciadamente se perdieron. Se cree también, que escribió sobre la teoría de los números. Encontró la fórmula (B*h/3) que expresa el volumen de una pirámide. Asimismo demostró que esta fórmula se puede aplicar para calcular el volumen de un cono. Demócrito fue genial cuando imaginó que el volumen de un cono o de una pirámide podía lograrse, calculando separadamente el volumen de las distintas láminas delgadas superpuestas, en las cuales se habían subdividido los citados sólidos geométricos. Esta formulación corresponde en la matemática actual, a la Teoría de los Límites, lo cual constituye el paso previo para entrar en el Cálculo Infinitesimal (Integrales y Diferenciales), esto último descubierto al unísono y separadamente por los célebres científicos Isaac Newton y Gottfried Wilhelm Leibniz.

Demócrito, se inscribe entre los post-eleatas, en tanto que acepta los principios establecidos por Jenófanes y Parménides, pero desarrolla una filosofía pluralista al igual que Empédocles y Anaxágoras. La filosofía de Demócrito, estará inspirada por la necesidad de conjugar la permanencia del ser con la explicación del cambio, adoptando una solución estructuralmente idéntica: lo que llamamos generación y corrupción, no es más que la mezcla y separación de los elementos originarios, que poseen las características de inmutabilidad y eternidad del ser. Estos elementos originarios, serán concebidos como entidades materiales, infinitamente pequeñas, por lo tanto, imperceptibles para los sentidos y de carácter estrictamente cuantitativo, a los que Demócrito llamará átomos. Por esto, es que, Demócrito es considerado el fundador de la escuela atomista, junto con su maestro Leucipo , de quien poco se sabe, ya que no dejó documento alguno de sus teorías.

Para Demócrito, la realidad está compuesta por dos causas o elementos: lo que es, representado por los átomos homogéneos e indivisibles, y lo que no es, representado por el vacío. Este último es un no-ser, no-absoluto, aquello que no es átomo, el elemento que permite la pluralidad de partículas diferenciadas y el espacio en el cual se mueven.

Demócrito pensaba y postulaba que los átomos son indivisibles, y se distinguen por su forma, tamaño, orden y posición. Se cree que la distinción por peso, fue introducida por Epicuroaños más tarde; aunque también se especula, que Demócrito mencionó esta cualidad sin desarrollarla demasiado.

Demócrito, afirmaba que gracias a la forma que tiene cada átomo, es que puede ensamblarse y formar cuerpos, pero nunca fusionarse; mismos átomos que volverán a separarse, quedando así libres de nuevo, hasta que se junten con otros. Es decir, los átomos de un cuerpo se separan cuando colisionan con otro conjunto de átomos; los átomos que quedan libres chocan con otros y se ensamblan o siguen desplazándose hasta volver a encontrar otro cuerpo.

Para Demócrito, los átomos estuvieron y estarán siempre en movimiento y son eternos. El movimiento de los átomos en el vacío, es un rasgo inherente a ellos, un hecho irreductible a su existencia, infinita, eterna e indestructible.

Al formar los átomos por necesidad un vórtice o remolino[] (dine), sus colisiones, uniones y separaciones, forman los diferentes objetos y seres de la realidad con toda su diversidad. Cada objeto que surge en el universo y cada suceso que se produce, sería el resultado de colisiones o reacciones entre átomos.

Aunque se le atribuye a Demócrito la cita que dice: “todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad”, sus escritos subrayan en la necesidad, al contrario de Epicuro que enfatizó solamente en el azar. El modelo atomista constituye así, un claro ejemplo de modelo materialista, dado que el azar y las reacciones en cadena, son las únicas formas de interpretarlo.

Demócrito fue quien aseveró que “un cuerpo que se mueve continuaba su movimiento hasta que algo interviniera para alterarlo”. Este concepto fue el que dio origen a lo posteriormente enseñado por Isaac Newton, como lo es la Inercia , llamada primera Ley de la Mecánica Celeste o Primera Ley del Movimiento y que según el principio de equivalencia de Einstein, la inercia es semejante a la Gravitación Universal; de allí que la masa gravitatoria corresponda a la masa inercial.

Demócrito no apela en su sistema, a la existencia de ninguna causa que no sea estrictamente material y mecánica, de modo que nos ofrece una primera interpretación mecanicista del universo; y afirma que existen, por lo demás, innumerables mundos, sometidos a las mismas leyes de agregación y separación de los átomos.

Según Demócrito, la psyché, el alma del hombre, estaría formada por átomos esféricos livianos, suaves y refinados; por su parte, el soma, su cuerpo, por átomos más pesados.

Las percepciones sensibles, tales como la audición o la visión, son explicables por la interacción, entre los átomos de los efluvios que parten de la cosa percibida y los átomos del receptor. Esto último, justifica la relatividad de las sensaciones. En concreto, el conocimiento verdadero y profundo, es el de los átomos y el vacío, pues son ellos los que generan las apariencias, lo que percibimos, lo superficial.

Así como hemos visto que, al comienzo, para muchos de estos filósofos, prevalecía un principio aritmético-geométrico para explicar muchos hechos, así también Demócrito, hasta el sabor de las cosas lo explicaba bajo este aspecto, le atribuía una forma geométrica especial a las cosas para dar tal o cual “gusto”: la sensación de dulce, se debía a la forma esférica de la sustancia que forma al cuerpo que la produce; lo amargo, se debía a la forma lisa y redondeada, lo agrio o ácido a lo anguloso y agudo. Por otra parte, le atribuía un origen e interpretación análogos a los fenómenos del tacto.

Demócrito escribió también sobre ética, proponiendo la felicidad, o “alegría”, como el mayor bien, una condición que se logra a través de la moderación, la tranquilidad y la liberación de los miedos.

El dogmatismo y la irracionalidad del eufórico fanatismo, conjuraron contra Demócritoy lo presentaron como un peligro para la sociedad, ya que consideraba que todo estaba constituido sólo por átomos y vacío, que no existía Dios, que todo se había formado espontáneamente a partir de la materia difusa. Creía que el vacío existía no sólo en el mundo en que vivimos, sino también mucho más allá, en los espacios infinitos del cosmos. Creía en la existencia de un número infinito de “mundos” todos compuestos de un número igualmente infinito de átomos y que en el espacio, estos mundos evolucionaban y después caerían. Consideró que algunos mundos estaban habitados y que la vida se originó en una especie de caldo primordial.

Agregó Demócrito: “La percepción, la razón por la cual pienso, es un proceso puramente físico y mecanicista”; que el pensamiento y la sensación, “son atributos de la materia reunida en un modo suficientemente fino y complejo, y no de ningún espíritu infundido por los dioses de la materia”. Al negar a Dios y presentar a la materia como auto-creada, e integrada por átomos, se convirtió en el primer ateo y en el primer materialista de trascendencia en el mundo social, cultural y científico; de manera tal, que su contemporáneo, el dialéctico Platón, lo censuró fuertemente, tanto más, cuando éste opinó que “la humanidad, la bondad y la belleza son manifestaciones mecánicas de los átomos materiales”; por tal motivo, Platón expresó el deseo de que todos los libros de Demócrito fueran quemados.

Parece que la voluntad del sabio rival se cumplió en alguna forma, porque de los setenta y tres libros que escribió el atomista de Abdera, solo se conocen algunos fragmentos sobre ética y otras Informaciones, que han dado otros autores a través de los siglos. Según el eminente astrónomo norteamericano Carl Sagan, si las obras de Demócrito no hubieran sido totalmente destruidas, cabe la posibilidad de que el Cálculo Diferencial hubiera sido conocido en la época de Cristo.

Lo grandioso de Demócrito, y en general de todos aquellos sabios de la antigüedad, es que su conocimiento y sus especulaciones, son producto de la intuición, de la lógica, dada su natural sensibilidad para inducir razonamientos, que les facilitarán formular principios, leyes, teoremas, hipótesis o conceptos generales, que son propios de las inferencias o conclusiones, basadas en la experimentación científica o metódica.

Desgraciadamente, muchas de aquellas antiguas deducciones padecían de errores o estaban inconclusas, precisamente porque la experimentación racional, sólo aparece en estos últimos siglos, para poder demostrar la verdad universal, omnímoda e inequívoca. Con todo, los conocimientos que nos legaron los antiguos, han servido para el progreso de la ciencia, algunos frenados por las especulaciones dogmáticas, que constriñeron el ideal científico y otros que no pudieron culminar su grandiosidad, por las restricciones que imponían los escuálidos medios que imperaban en esas épocas remotas.

Para concluir diremos que, el último capítulo de la filosofía presocrática lo integran principalmente los sistemas pluralistas de Empédocles y Anaxágoras, la combinación de pluralismo y monismo del atomismo de Leucipo y Demócrito y, finalmente, la readaptación del monismo jónico llevada a cabo por Diógenes de Apolonia. Cada uno de estos sistemas, dentro de su propia orientación, es una réplica deliberada frente a Parménides. Y es que Parménides había marcado a todos los futuros cosmologistas, desde el momento en que ninguno de ellos se atrevió a poner en duda los principios parmedianos :

1. Del ente no puede surgir lo no-ente. Este es un principio que ningún griego se atrevía a discutir.

2. El vacío no puede tener lugar alguno en cualquier explicación sobre el origen de la realidad.

3. La pluralidad no puede proceder de una unidad originaria ya que ello implicaría que algo que no-es, surgiría a partir de lo que es.

Demócrito hace la última división del ente de Parménides: los átomos, partes más pequeñas de que está hecha la materia de las cosas, insecables, indivisibles. Estas últimas partes, se distinguen únicamente en que tienen distintas formas y de ellas dependen sus propiedades. Cada átomo conserva los atributos del ente de Parménides. Todo incluso el alma, está compuesto de átomos. Esta teoría marca el primer intento formal de concebir un materialismo, apareciendo al mismo tiempo una idea sensualista del conocimiento.

En la historia, Demócrito es conocido como el Filósofo Alegre, en contraste al más sombrío y pesimista Heráclito. Su teoría atómica anticipó los modernos principios de la conservación de la energía y la irreductibilidad de la materia. Su pensamiento ejercerá una gran influencia en la antigüedad, a través de la escuela de Epicuro, entre otros; pero sobre todo en el Renacimiento, estando en la base de la constitución de la ciencia moderna.

Demócrito, que aún lo recordamos como un grande, porque él y sus asociados iniciaron sus inquietudes, sobre algo invisible, por lo infinitamente pequeño, y que hoy constituye, la fuente universal más poderosa e inagotable de energía, que jamás alguien pudiera haber imaginado: El átomo. Es Cuanto

Isauro Gutierrez