Pirrón De Elis (Aprox. 360 a.C. – 270 a.C.)

 Pirrón De Elis (Aprox. 360 a.C. – 270 a.C.)

Pablo Manuel Ramos Vallejo

“La duda es uno de los nombres de la inteligencia”

Jorge Luis Borges

Pirrón fue un filósofo griego que nació alrededor del año 360 a.C. en la ciudad provincial de Elis, situada al noroeste del Peloponeso, entre Acaya y Mesenia en Grecia.

Pirrón, de origen humilde, hijo de Plistareo, en su juventud buscó ganarse la vida como pintor, pero según parece, su técnica no convencía a sus conciudadanos, por lo que, tras abandonar los pinceles, Pirrón se entregó al arte del razonamiento, a la filosofía, iniciándose en la escuela megárica; también simpatizó con el cinismo, siendo discípulo primero de Brisón, un pensador socrático y un poco después de Anaxarco de Abdera, alumno éste de Demócrito.

En el año 334 a.C., Pirrón participó en la expedición de Alejandro Magno a la India, donde viajó durante diez años a lo largo y a lo ancho de Asia, consiguiendo con esto, tener acceso a muchas doctrinas orientales. Es bueno hacer notar que en aquel período, atravesaban el Oriente individuos rarísimos, que practicaban la indiferencia ante las pasiones: eran chamanes, gurús y monjes de religiones contemplativas.

Narra Plutarco que en Persia, a la llegada de los soldados de Macedonia, un sacerdote llamado Calano, solicitó que se alzara una pira en forma de altar y, después de haber sacrificado a los dioses y augurado a los invasores una buena continuación de viaje, se tendió entre las llamas, se cubrió la cabeza con un velo, y se dejó quemar vivo sin mover un solo músculo. Pirrón, quedó muy turbado por la escena, pero comprendió que, con la sola fuerza de la voluntad era posible dominar el dolor, incluso entre tormentos. Posteriormente, al llegar a laIndia, conoció a otros pensadores y filósofos, gimnosofistas, taoístas y personajes de ese tipo. También allí se dio cuenta de que, para alcanzar la serenidad definitiva, era preciso practicar elwu wei, que es “el no obrar”. Nos cuenta Diógenes Laercio que este período en que Pirrón hace compañía a los gimnosofistas y a los magos hindúes, fue el que le permitió dudar de las verdades evidentes y tradiciones de su cultura; por lo que, a partir de esta experiencia, profesó una doctrina que abandonaba el juicio y creía que no había nada verdadero o falso, bueno o malo, inmundo o sagrado, declarándose así, en contra totalmente del pensamiento dogmático.

Volvió a su patria cuando casi llegaba a los cuarenta años y fundó en Elis, su ciudad natal, la primera escuela de escepticismo. Esta, no es que fuera verdaderamente una escuela del tipo de la Stoa de Zenón o del Jardín de Epicuro; la verdad es que a Pirrón le gustaba ocuparse sólo de sus propios asuntos; aunque a veces, se ponía a hablar en voz alta, y como siempre estaba rodeado de jóvenes y admiradores, terminaba, sin querer, dando lecciones. A este modo de discutir, sin afirmar ni negar, se le llamó escepticismo o pirronismo y sus seguidores fueron llamados pirronianos, escépticos o zetéticos. Este último término significaba «indagadores que indagan sin encontrar nunca».

Como podemos apreciar, Pirrón fundó una escuela en la que transmitió sus teorías oralmente, basándose en los diez tópicos o motivos de duda del escepticismo antiguo, mismos que se le consideran también de su autoría. Pirrón decía que: El escéptico se muestra extraño a toda verdad, dado que es imposible alcanzar una certeza absoluta, teniendo en cuenta que esta supuesta verdad se basa a menudo en falacias y meros actos de fe”. Este razonamiento nos indica que la principal inquietud que lo motiva es de carácter moral y se centra en la manera de conseguir la felicidad; para ello intenta establecer los criterios que deben dirigir el pensamiento para conseguirlo. “Porque la realidad está en contra de lo que percibimos por los sentidos y por lo tanto, existe una imposibilidad de conocer la verdadera naturaleza de las cosas, ya que nuestras nociones proceden de la sensación, que no aporta el verdadero conocimiento, ya que al ser cambiante, tan sólo nos proporciona meras apariencias”. De esto hay que concluir que la creencia de que podemos conocer las cosas tal como son realmente, no tiene fundamento, ni se puede creer que ninguna opinión sea realmente verdadera.

Pirrón, enseñó que la razón humana no puede penetrar hasta la esencia última de las cosas, sólo puede conocer la manera en cómo estas aparecen ante nosotros, “la verdad absoluta es inaccesible”; como máximo podemos distinguir los estados afectivos o las pasiones a las que cedemos. Y como no podemos acceder a la verdad absoluta, el sabio debe abstenerse de obrar. Igualmente, afirmaba que no hay cosa alguna honesta ni torpe, justa o injusta, que no hay nada realmente cierto, sino que los hombres hacen todas las cosas por ley o por costumbre y no hay más ni menos en una cosa que en otra. Por ello, al no existir verdades o valores absolutos, nada por naturaleza es bonito o feo, no existe diferencia entre estar sano o estar enfermo. Se trata ante todo de la indiferencia ante las cosas externas y de los juicios acerca de las mismas. Pirrón afirmó que todos nuestros juicios sobre la realidad vienen dados por la convención. Siendo las sensaciones, las convenciones y la misma realidad ininterrumpidamente cambiantes, sólo cabe practicar la suspensión del juicio (epojé) acerca del hombre y del mundo y no profesar dogma metafísico de ningún tipo.

En las cuestiones sociales, Pirrón opinaba que era mejor seguir las normas de conducta establecidas, no porque sean mejores o peores que otras, cosa que no podemos saber, sino por una simple cuestión práctica, “en su conducta el sabio no se deja impresionar por las cosas externas, ya que la felicidad sólo se consigue por la ataraxia”.

Como en el caso de los cínicos, la filosofía de Pirrón es sobre todo un ejercicio filosófico de transformación del modo de vivir, para conseguir un estado de serenidad de espíritu. Para esta doctrina, todas nuestras percepciones no tienen más que un valor relativo, mientras que, en cualquier caso, todas nuestras opiniones se fundamentarían en la tradición. Pirrón derivaría, por tanto, en una ética que no perturba, dado que nada conocemos con certeza sobre las cosas del mundo, y ninguna vana percepción debería perturbar nuestra vida, nuestro pensamiento y, finalmente, nuestro ánimo.

El único testimonio escrito de la obra pirrónica es una oda laudatoria dedicada a Alejandro Magno. Por este motivo, el legado de su doctrina filosófica nos ha llegado principalmente a través de su discípulo Timón el Silógrafo, que según su argumento: “Pirrónera tan radical en su postura que negaba que se pudiera llegar a los primeros principios de la deducción aristotélica”.

Si bien es cierto que, como indican ya algunos estudiosos, podemos encontrar ciertos aspectos considerados como escépticos en la escuela de Mégara o en los postulados de algunos sofistas, pero Pirrón fue el primero que adoptó el escepticismo en sí como una postura definitiva, como una corriente única y destacada dentro de muchas otras. Pues suponía en cierto sentido, una reacción contra ese determinado dogmatismo que algunas escuelas defendían, indicando que, si la filosofía partía de una actitud de búsqueda, el filósofo considerado como “dogmático” sostiene que ya ha encontrado la verdad, empero, el filósofo “escéptico” lo pondrá en duda; esto es, se quedará en la búsqueda y afirmará luego que es posible encontrar la verdad definitiva.

Concretamente Pirrón fue el primer filósofo escéptico que hizo de la duda el problema central de toda su filosofía. Y su doctrina denominada El Escepticismo trasciende a través de los siglos como corriente filosófica, pasando por las siguientes fases:

I. ESCEPTICISMO ANTIGUO (segunda mitad del s. IV y el s.III a. C.)

II. ESCEPTICISMO DE LA ACADEMIA DE PLATÓN (ss. III y II a. C.)

III. NEOESCEPTICISMO (s. I a. C- s. II d. C.)

Así tenemos que, al morir Pirrón a la edad de 90 años da continuidad a esta doctrina su discípulo Timón de Fliunte (325-235 a. C.), que al hacerse cargo de la escuela, conservó la tradición escéptica, dudando incluso de los primeros principios de la deducción aristotélica; sin embargo, hay quien afirma que el sistema socrático de hipótesis nunca fue puesto en duda por los escépticos, aún así, se ganaron fama de desbaratadores perdiendo  popularidad al luchar contra los ritos, leyendas y supersticiones arraigadas; comportamiento que originó posteriormente, como consecuencia, la destrucción de gran parte de los contenidos escépticos, debido al sentido dogmático tan hostil hacia la Filosofía Pirroniana por parte de la poderosadoctrina Escolástica Medieva,l que por conjetura inverosímil se puede deducir que al no estar Pirrón con el principio del silogismo (si A es B y B es C, entonces A es C), los escolásticos medioevales no lo aceptarían.

Posterior a Timón de Fliunte, surge la “Academia Media” fundada por Arcesilao (315-241 a.C.), quien vendría a decir que: “ninguna de nuestras percepciones posee garantía de validez objetiva; nunca podemos estar ciertos de nada”, sostiene que la suspensión del juicio es lo bueno y el pronunciamiento es lo malo.

Poco después viene Carnéades de Cirene (214-129 a.C.), que funda “La Academia Nueva” donde enseñó que: “el conocimiento es imposible y que no existe ningún criterio de verdad, ya que las impresiones de los sentidos no las podemos considerar fiables”. Así mismo, Carnéades consideró que la suspensión total de juicio era imposible y elaboró una teoría de la probabilidad suficiente para realizar la acción. Planteaba que nos podemos acercar a la verdad, aunque posiblemente nunca alcancemos la certeza. Tesis que fue aceptada durante un tiempo, y es hasta la muerte de Antíoco de Ascalón, en el 68 a. C. que se volvió al dogmatismo, mostrando la paradoja que se produce al afirmar que todo es dudoso, ya que en efecto, si todo es dudoso no podemos hacer ninguna afirmación.

A fines del siglo I a. C. La academia volvió a cobrar importancia paulatinamente con los representantes de los últimos escépticos clásicos, desde el denominado Neo escepticismo dialéctico de Enesidemo y Agripa, hasta el Neo pirronismo de Luciano de Samosata y Sexto Empírico.

Enesidemo de Cnosos dirigió la escuela escéptica en torno al año 50 a. C. Su enseñanza se basaba en la crítica de las posturas de los estoicos y académicos, a los que consideraba dogmáticos. En sus ocho libros de “Argumentaciones pirrónicas” recopiló todas las doctrinas diferentes sobre cada punto para demostrar la incertidumbre de alcanzar un conocimiento verdadero. Decía que: “si existen sensaciones diversas para los diversos hombres o para diversas circunstancias, ¿cómo distinguir entre las verdaderas y las falsas? ¿Cómo distinguir también entre las diversas creencias y opiniones humanas?”. Por ello, propuso la epojé o epoché como la mejor actitud del sabio para alcanzar la ataraxia. Aceptó la identidad de los contrarios, fundamento de todo relativismo y también del escepticismo. Pero fue en su obra titulada “Esbozo del pirronismo” donde expuso los famosos diez tropos, que Agripa redujo a cinco, para la suspensión del juicio, de los mismos que hizo un amplio eco, Sexto Empírico.

Es bueno comentar, ya que todos los dirigentes de la escuela escéptica fueron médicosde la corriente empírica, que a partir de Zeuxis de Laodicea surge el empirismo médico. Estos ejercieron en la escuela de medicina empírica situado en el santuario de Men Caru, en las afueras de Laodicea. Hasta que, Herodóto de Filadelfia, traslada la sede de esta escuela escéptica de nuevo a Alejandría y marca el final del empirismo médico, entrando entonces en una etapa de transición hasta que comienza la influencia de otra corriente llamada metodismo, que en su momento analizaremos.

Siendo pues así, como llegamos al Neo Pirronismo con Sexto Empírico, que habiendo sido médico y filósofo, es uno de los representantes más importantes del escepticismo pirroniano y que además sus escritos han servido de fuente en la mayoría de datos referentes a esta corriente filosófica. No se sabe con exactitud de dónde era originario, aunque vivió en Atenas, Alejandría y Roma. Recibió el sobrenombre de Empírico por sus concepciones filosóficas y especialmente, por su práctica médica. En sus escritos, se aprecia una fuerte influencia de Pirrón y Enesidemo, y están dirigidos contra la pretensión dogmática de conocer la verdad absoluta, tanto en cuestiones de moral, como de ciencia. En sus “Esbozos Pirrónico ” sostiene que en la vida práctica hay que seguir las señales que aporta la naturaleza, las necesidades del cuerpo, las tradiciones y las leyes; y define que: “El escepticismo es la capacidad de establecer antítesis en los fenómenos y en las consideraciones teóricas según cualquiera de los tropos, gracias a la cual nos encaminamos, primero hacia la suspensión del juicio y después hacia la ataraxia”.

Después de Sexto Empírico que representa la tercera y última fase de esta escuela, fue hasta el Renacimiento, con la figura del creador del género ensayístico, Michel de Montaigne, y concretamente hasta que el médico Francisco Sánchez escribió su obra fundamental, Quod nihil scitur (Que nada se sabe), que el escepticismo no fue tomado como una hipótesis válida para indagar en la verdad. Posteriormente, la influencia de los escépticos se hace notar enérgicamente de nuevo, durante el siglo XVII en Francia. Este período va de Erasmo a Descartes (1536-1650); donde éste intentó dirigir un ataque al escepticismo, que dio lugar a la formulación definitiva de su sistema, con el título de “meditaciones metafísicas”. No obstante, la segunda de sus meditaciones, “pienso, luego existo” da, sin proponérselo, nueva vida a la tesis escéptica, con la cual mediante su “duda metódica” el escepticismo vuelve paulatinamente a cobrar importancia hasta el Siglo de las luces donde impregna todo el pensamiento ilustrado, es la época de la Reforma. En ésta época, se cuestionaba la validez de las enseñanzas de la Iglesia católica, en la interpretación de las Escrituras, se intentaba hallar un criterio de realidad religiosa y, para ello, se basaron en los argumentos de los antiguos escépticos, sobre todo de Pirrón.

De los escépticos en tiempos modernos, podemos citar que el filósofo escocés David Hume está considerado como uno de los mayores escépticos en la historia de la filosofía. Humepensaba que nadie puede conocer nada ajeno a la experiencia y que, incluso, ésta se basa en la percepción subjetiva de uno mismo, por lo que nunca proporciona un conocimiento auténtico de la realidad. Para Hume, la ley de causa y efecto, era una teoría injustificada. Así llegamos a mediados del siglo XIX, donde el Romanticismo ya domina la sociedad y reclama para sí, todo un modo de vida menos analítico, más evocativo, donde se pueda mezclar realidad y fantasía.

Para culminar, concretamente, diremos que: “El escepticismo es un modo de liberación, que pretende alcanzar la felicidad mediante la suspensión del juicio, conduciéndonos a la ataraxia”. “Nada es más”, este es el lema del movimiento escéptico: “ninguna cosa es más, ni más cierta, ni más falsa, ni mejor ni peor”. Los escépticos como Pirrón, por lo tanto, no niegan la existencia del parecer, sino sólo la del ser de la verdad incontrovertible. Después de diversos esfuerzos para conseguir un criterio y saber la verdad, el resultado es que: “ningún argumento resulta claramente definitivo para develar las apariencias”, por lo que es recomendable la suspensión del juicio, en ese momento se logra la liberación de la inquietud. Esto da paso a otra forma de ver el mundo, de relacionarse con la realidad, liberados ya de las ataduras dogmáticas.

En nuestro tiempo, la indagación suspicaz ha sido la que ha permitido a las escuelas escépticas contemporáneas, apartarse del estancamiento dogmático, ya que ha estimulado la indagación de los fundamentos de sus postulados, conduciéndolas a la búsqueda incansable de la esencia de la verdad, objeto fundamental de la filosofía. Por esto y en controversia a lo ya descrito, lo me queda aseverar que, si Anaxarco, Pirrón, Enesidemo, Timón, Sexto Empírico y otros filósofos, predican la duda y la desconfianza en las teorías de los que les anteceden. Puedoopinar que, como actitud vital está bien, pero como tesis filosófica se cae sola, ya que al afirmar la imposibilidad de conocer la verdad, se está negando a sí misma como verdad. Por lo tanto:

“Me quedo con la duda

Es Cuanto.

Isauro Gutierrez

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