Paganini, Mito y Realidad


Pablo Manuel Ramos Vallejo M.: M.:
“ El que ama los mitos es en cierto modo filósofo,
pues el mito se compone de elementos maravillosos ”
Aristóteles
Una leyenda describe que en el siglo XIX, un hombre llamado Niccoló Paganini hizo un pacto con el Diablo, para que a cambio de su alma, se convirtiera en el más grande violinista de su tiempo…
Se ha escrito de él que era sobrenatural, que las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de escuchar su espectáculo. O al menos, así narra la leyenda concebida por la gente de aquel romántico siglo, que estaba más dispuesta a creer en una diabólica influencia que en incontables horas de práctica, como única manera de explicar la “endiablada” habilidad técnica de Paganini para tocar el violín.
Obligado primero por su padre (que quería hacer de él un niño prodigio y que lo azotaba a diario e incluso en público) y luego por sí mismo, Paganini adoptó la costumbre de practicar doce horas diarias, e incluso sometió su mano izquierda a tortuosos esfuerzos un tanto sanguinolentos y masoquistas para ganar flexibilidad, logrando llevar a su máximo desarrollo la escuela violinística italiana de su tiempo.
Dicen que se clavó un tornillo en la muñeca y que le dijeron que para toda la vida le seria imposible moverla… pero sí pudo, si podía en el escenario, donde se rodeaba siempre de velas y sal marina, además portaba en el cuello un anticristo…
Se decía que había estado en prisión por supuestos homicidios pasionales; que había hecho las cuerdas de su violín con las vísceras de alguna de sus amantes, hígados e intestinos; que su violín desprendía sangre; que nunca lo vieron practicar fuera del escenario y que habían sorprendido al diablo guiando el arco de su violín en inverosímiles movimientos durante los conciertos… y muchas otras cosas pavorosas. De todo eso se sirvió Paganini para publicitarse por toda Europa, al punto de que cuando llegó a París en 1831, durante una epidemia de cólera, su presencia despertó tal fanatismo, que los parisinos se olvidaron de la mortal plaga que abatía la ciudad, y era admirado no sólo por aficionados nobles y plebeyos, sino también por sus propios colegas y coetáneos, como Rossini y Berlioz.
Niccoló Paganini, nació en Génova, Italia el 27 de Octubre de 1782. Sus padres fueron Antonio Paganini y Teresa Bocciardo. Al poco tiempo quedó huérfano de madre, con un padre estricto y desvariado (El cual se suicidó ahorcándose dejándolo solo en el mundo).
Paganini, fue violinista, violista, guitarrista y compositor, considerado y reconocido hasta el día de hoy como el violinista más virtuoso que ha existido sobre la tierra, con oído absoluto y entonación perfecta, técnicas de arco expresivas y nuevos usos de técnicas de staccato y pizzicato.
Debido a su maestría y un extremo magnetismo personal, Paganini fue el primero en demostrar la trascendencia de la virtuosidad como un elemento en el arte.
Empezó a estudiar la mandolina con su padre a los cinco años. A los siete años comenzó a tocar el violín. Hizo su primera aparición pública a los nueve años y realizó una gira por varias ciudades de Lombardía a los trece. Tuvo como maestros de violín a Giovanni Servetto y Alessandro Rolla; y de composición a Ghiretti y Paer en Parma. Con dieciséis años era ya conocido, pero no digirió bien el éxito y se convirtió en un jugador que continuamente se emborrachaba.
En 1801 compuso más de veinte obras en las que combina la guitarra con otros instrumentos. De 1805 a 1813 fue director musical en la corte. En 1813 abandonó Lucca y comenzó a hacer giras por Italia, donde su forma de interpretar, atrajo la atención de quienes le escuchaban. En el año 1828 Paganini comenzó a cosechar triunfos fuera de Italia. Sin embargo, una posterior estadía en Praga no fue tan auspiciosa, primero debido a dos operaciones que se le practicaron para remover toda su dentadura, y luego, a causa del moderado éxito económico y artístico.
Desde 1829 a 1831 Paganini viajó por París, Londres y Alemania, retomó el camino del éxito y las ganancias; logró una mejor recepción de la crítica y conoció a figuras como Goethe y Spohr, ninguno de estos se sintió impresionado y mientras Spohr consideró su estilo como una extraña mezcla de genio consumado y carencia de gusto, por otro lado Heine le admiró en Hamburgo y Schumann en Frankfurt, mientras que Karl Guhr editó un análisis profesional de su arte. En París conoció al pianista y compositor húngaro Franz Liszt, que, fascinado por su técnica, desarrolló un correlato pianístico inspirado en lo que Paganini había hecho con el violín.
En 1833 en la ciudad de París le encargó a Héctor Berlioz un concierto para viola y orquesta; el compositor francés realizó Harold en Italia, pero Paganini nunca la interpretó.
Renunció a las giras en 1834 y retornó a su patria, donde dio cada vez menos conciertos debido al padecimiento de una enfermedad nerviosa.
Fue además tutor del violinista italiano Antonio Bazzini, a quien motivó para que iniciara su carrera como concertista. Su técnica asombraba tanto al público de la época que llegaron a pensar que existía algún influjo diabólico sobre él, porque a su vez su apariencia se notaba algo extraña y sus adelantos musicales eran una verdadera obra de arte. Se decía que en la mayoría de sus apuntes aparecía una nota extraña la cual decía “Nota 13”. Podía interpretar obras de gran dificultad únicamente con una de las cuatro cuerdas de violín y continuar tocando a dos o tres voces, de forma que parecían varios los violines que sonaban. Además en la mayoría de sus espectáculos usaba la improvisación. Esto indica lo cercano que estaba su arte al mundo del espectáculo.
Sus obras incluyen veinticuatro caprichos para violín solo, seis conciertos y varias sonatas. Además creó numerosas obras en las que involucraba de alguna manera a la guitarra, exactamente 200 piezas.
A pesar de la gran fortuna que Niccoló consiguió amasar en pocos años, continuó vistiendo con pantalones negros y abrigos largos y deshilachados, lo cual dio origen a un perfil inconfundible. A pesar de ser “feo, descuidado y trasudado”, como lo describe uno de los críticos de la época, su fuerte personalidad atrajo a numerosas damas, entre sus amantes figuran Paulina y Elisa, las hermanas del emperador Napoleón Bonaparte, y bailarinas como Antonia Bianchi, que fue madre de su hijo Aquiles.
Se asegura que perteneció a la Masonería y practicó la Filantropía. Los boletos para sus conciertos se cotizaban a un precio sumamente alto, esto molestó al público que lo recrimino y en consecuencia cuando el artista rehusó tocar en un concierto de beneficencia, la prensa comenzó una campaña que reavivó los rumores más calumniantes, y el público le convirtió en un miserable avaro a pesar de que siempre ayudó en todo tipo de campañas de caridad.
Como curiosidad se dice que, estiradas, sus manos medían cuarenta y cinco centímetros. Esto se le atribuye a que padecía de Aracnodactilia, quizás generada por sufrir del Síndrome de Marfan (síndrome que se atribuye haber padecido a personajes tan destacados como el faraón Akenatón, María I de Escocia, Abraham Lincoln y en la actualidad Osama Bin Laden), aunque la creencia popular dicta, que la extraordinaria longitud de sus dedos se debía a las horas dedicadas a la práctica del violín.
Su salud se fue deteriorando por un cáncer de laringe que le hacía perder la voz a pasos agigantados, así que desde entonces tuvo que comunicarse escribiendo; No obstante los esfuerzos de diversos especialistas, la salud de Paganini siguió deteriorándose continuamente, aunado al tratamiento con mercurio que realizaba por recomendación de su médico para tratar la sífilis.
Niccoló Paganini falleció en Niza, Francia el 27 de mayo de 1840; al momento de morir estaba embarcado en varios proyectos, entre otros, distribuir instrumentos de cuerdas, escribir un método de violín que acortara su periodo de estudio y efectuar una serie de presentaciones interpretando los cuartetos finales de Beethoven y de Spohr. Al morir, el obispo de Niza, negó el permiso para su entierro y su ataúd permaneció 36 años en un sótano. La fama que se había tejido alrededor de su persona y su talento, forjados en un posible pacto con el demonio, fue determinante en esta decisión eclesiástica, sobre todo, debido a que el propio Paganini rehusó acercarse a la Iglesia y desmentir aquellos comentarios. Solamente en 1876 fue permitido el funeral y sus restos se transfirieron al cementerio en Parma. Al momento de fallecer Paganini poseía 22 valiosos instrumentos, incluyendo 11 Stradivarius entre violines, violas y chelos, así como violines Amati y Guarneri (de hecho su preferido era un “Guarneri del Gesu” de 1742, al que apodaba el Cañón, debido a la potencia de su sonido).
Aunque la personalidad, el magnetismo y la mística de Paganini fueron inimitables, los aspectos puramente técnicos de su interpretación fueron rápidamente analizados y copiados. De sus contemporáneos, Ernst llegó a ser su imagen más cercana, mientras que Berrito y Vieuxtemps fueron tan influidos, como otros representantes de la tradición franco-belga establecida por la escuela de Viotti. En Alemania, sin embargo, la oposición de Spohr retardó el progreso de la ejecución del violín en la región. Pero los principales admiradores de Paganini fueron intérpretes y compositores no violinistas, siendo Chopin, Liszt, Schumann y Brahms sólo algunos.
Su imaginativa técnica influyó notablemente en compositores posteriores como Andrew Lloyd Webber, y quiero citar en especial a Sergei Rachmaninoff (1873-1943), quien compuso “Raspodia sobre un tema de Paganini” en 1934. Para hacerlo utilizó el tema del capricho Nº 24 de Niccoló. La pieza tuvo una inspiración bien fundada llevando sus sentimientos de afinidad con el gran violinista más allá, pues aunque como cuenta la leyenda que Paganini tenía un pacto con el diablo, la Rapsodia citada usa su demonio personal, el canto del Dies Irae (símbolo de la muerte). Este tema aparece en muchas piezas a lo largo de su carrera, pero en la Rapsodia sobre un tema de Paganini aparece de forma explícita por primera vez y en una serie de variaciones hermosamente escritas. Este “cameo” del Dies Irae se puede ver como un enfrentamiento directo entre el artista y la muerte.
La leyenda atribuida a Niccoló Paganini guarda un gran paralelismo con Mefistófeles, uno de los personajes de Fausto, creación del genial Goethe. Así mismo como Shakespeare en Hamlet, también se dice que su padre, desde ultratumba, espiritualmente lo seguía y acosaba constantemente.
En el mismo contexto señala la leyenda que poco antes de su muerte, Paganini improvisó como nunca en su violín Guarneri, el grandioso “Cañón” y que dicha improvisación no pudo terminar, porque ocurrieron sucesos inexplicables… una cuerda sangrante de su violín se rompió y cortó su cara, destruyéndole el párpado superior izquierdo y su oreja…. y que por lo tanto, se llevó ese temible violín al más allá…. para no ser descubierto…
En la vida de Paganini, Mito y Realidad, son pues, difíciles de separar. Los biógrafos se contradicen y hay misterios todavía hasta la fecha….. insolubles. Es Cuanto….
Fuentes de Consulta :
http://es.wikipedia.org/wiki/Paganini
http://www.telefonica.net/web2/todoguitarrayviolin/pagina%2022.htmsólo
http://punctuscontrapunctus.blogspot.com/2005/06/rapsodia-sobre-un-tema-de-paganini.html
http://www.lacoctelera.com/joshuamori/post/2007/08/13/paganini-con-su-halo-misterio