La disputa por las dirigencias morenistas con tufo perredista. Mal augurio

 La disputa por las dirigencias morenistas con tufo perredista. Mal augurio

Ismael Acosta García,

Politólogo y sociólogo.

 

El proceso de renovación de los cuadros dirigentes de Morena aún no inicia y ya comienzan a advertirse los jaloneos entre los grupos que suponen tener presencia en ese partido para hacer valer sus pesos específicos y cobrar tajadas por sobre la base militante, tal como lo hicieron en sus peores momentos las tribus perredistas que en muchos de los casos son semillas de origen de los “equipos” morenistas de hoy, denominación eufemística que han adoptando las expresiones que al interior del partido se disputan las tajadas de pastel que, luego del triunfo arrollador de este movimiento, goza de recursos a los que no estaban acostumbrados que les otorga la ley vía las prerrogativas económicas con los que ahora no saben qué hacer y se torna en motivo de las primeras disputas de quienes han comenzado a enseñar el cobre, dígase el caso de la dirigencia del Instituto de Capacitación Política que por acuerdo del partido se llevará limpiamente el cuarenta por ciento de tales prerrogativas. El pastel es demasiado grande y, su disputa, comienza a evidenciar a los verdaderos pragmáticos perversos que como en cualquier otro partido ya se evidencian en la parcela morenista.

Quizá la única voz con calidad moral para hacerlo y que ha puesto el dedo en la llaga de lo que está pasando al interior de Morena, es la declaración del periodista Pedro Miguel Arce, hecha el domingo anterior donde señala que, el verdadero objetivo del Partido y su militancia, es consolidar a Morena más allá de Andrés Manuel López Obrador.

En su mensaje dirigido al Consejo Nacional de Morena pide construir una visión de largo plazo y superar la orfandad que supone haber perdido “a nuestro principal fundador, referente y dirigente”, Andrés Manuel López Obrador, quien asistió a una reunión de ese instituto político por última vez en agosto de 2018. Señala los obstáculos que enfrenta el partido y traza la ruta que considera adecuada para sortearlos, además de emitir propuestas para transparentar el proceso de renovación de la dirigencia, que está iniciando y tuvo este domingo una sesión de su Consejo Nacional.

Morena está en crisis, a las dirigencias del partido les faltó tiempo para reflexionar sobre la manera en que Morena habría de desempeñarse como partido en el gobierno. Hay gobiernos que están igual o peor que los que se combatía, en los cuales no se ha visto el cambio pregonado. Pedro Miguel alertó sobre todo contra “las disputas internas, las ambiciones personales y los procesos de descomposición” que se advierten en las actuales dirigencias que se disputan las desmesuradas prerrogativas del partido y las arcas de los gobiernos.

Recomiendo la lectura de los ocho puntos propuestos por el periodista Pedro Miguel, extensión que no es posible reproducir en este espacio pero cuyas ideas principales están en torno al proceso de renovación de la dirigencia nacional con réplica en los estados, proponiendo que los aspirantes anuncien sus intenciones con anticipación, y por escrito expliquen sus propuestas de trabajo que se harían públicas en Internet.

Respecto al padrón de militantes, planteó que se mantenga cerrado “a fin de evitar la incursión de grupos externos que pudieran inclinar los procesos”

Otro, muy importante, habida vez que ya se ha dado el caso de prácticas de “chayoteo” y “embute” entre gobernantes y representantes populares surgidos de Morena, y pseudo periodistas, es: “evitar el marketing político, campañas de imagen, publicidad en medios y producción de parafernalia que enaltezca la imagen personal y, a cambio, difundir las propuestas de los candidatos”

Uno de los comentarios más contundentes de Pedro Miguel es cuando afirma que “el rumbo y el futuro de nuestra organización está en juego. En esos proceso se definirá si somos capaces de rescatar y consolidar nuestro perfil como una entidad política única en el mundo o si sucumbimos a las dinámicas que destruyeron al PRD o, peor aún, a las que confluyeron en la formación del PRI. Por eso llamo a no recurrir al agrupamiento tribal y faccioso, al uso indebido de posiciones, a las disputas por los cargos sin más contenido que el deseo de poder, a las trampas electoreras y a duelos entre personalidades, pues de lo contrario habremos encontrado en la victoria nuestra derrota final”.

Esta visión es perfectamente aplicable tanto en niveles de dirigencia nacional como en el caso específico de Michoacán, donde un grupo de notables han venido llevando a cabo una serie de reuniones “de organización” del Partido a las que solamente acuden los afines a la dirigencia estatal olvidándose por completo de la base militante, de aquel ejército emergente de afiliados y simpatizantes que por miles en el estado hicieron el trabajo de consolidación de los Comités de protagonistas, de representantes generales, de representantes de casilla y defensores del voto con que se ganó la Presidencia de la República, presidencias municipales y todos los demás cargos de elección popular en la histórica jornada del primero de julio del 2018; esa base militante, hoy es ignorada de plano por la dirigencia estatal y sus tribus de notables escondidos bajo el eufemístico mote de “equipos”. El mismo escenario nacional lo es en lo local.

Que triste es que a unos días de celebrarse el primer aniversario del triunfo de Andrés Manuel y el quinto aniversario de la obtención de registro como partido político de Morena, sus grupos de poder y sus notables estén dando un espectáculo digno de lo peor que en su momento señalaron del PRD, todo en afán de la disputa por el control de las dirigencias, del padrón de militantes y de los recursos económicos. Mutuamente se acusan de sabotajes, traiciones, advenedizos e intereses mezquinos.

Lo que nos queda claro es que, a nivel nacional y en Michoacán, la elección de las dirigencias a celebrarse entre octubre y noviembre del presente año, se ha salido de control y viene siendo protagonizada por las expresiones más retrógradas y pragmáticas del movimiento que aspiró a ser el modelo de la democracia en este país.

 

Es cuanto.

Isauro Gutierrez